En mis caminatas matutinas, que normalmente realizo para ejercitarme, siempre me encuentro con personajes dignos de recordar. Entre ellos, una dama ocupa un lugar especial en mis recuerdos. Nunca supe su nombre, pero yo la llamé "Madame Saludos". Debía haber tenido unos setenta años de edad, más o menos. Iba a caminar con un impecable pants de color rosa, y sus inmaculados tenis también iban ataviados con unas vibrantes agujetas rosas. Era evidente que ella se peinaba y pintaba sus labios cuidadosamente para ir a caminar al deportivo.
Pero lo más notable era que, mientras todos los caminantes y corredores íbamos haciendo el circuito en una misma dirección y por tanto no nos veíamos las caras sino sólo las espaldas, ella, por elección propia, caminaba en sentido contrario a todos, con el fin de mirarnos a los ojos, sonreírnos y dedicarnos un alegre "Buenos días!!"
Algo verdaderamente inusual.
Yo llegué a darme cuenta de que más de tres no contestaban su saludo, y algún otro la miraba de reojo como preguntándose si de verdad se había dirigido a él. Pero todo esto no parecía preocupar en lo más mínimo a Madame Saludos. Ella continuaba caminando con una postura erguida, llena de energía, y seguía saludando con singular seguridad y alegría a todo ser que se atravesara con ella en el circuito, le respondiera o no.
En una ocasión la vi venir cantando a voz en cuello. Creo que en su juventud debió haber sido una buena cantante, y en esa ocasión su jardín interior parecía estar más florecido que nunca, y su felicidad era más radiante que el sol. No por ello dejaba de saludar interrumpiendo brevemente su canción.
Ese día quise llegar a irradiar ese carisma y esa alegría especial que esta hermosa anciana transmitía a manos llenas. Me imaginé cómo sería ella en su casa. Cómo atendería a sus nietos. Si llenaba el deportivo con cierto aire de ánimo, entre tanta gente extraña, ¿cuanta influencia positiva no transmitiría a sus seres amados?
No hay duda de que esta dulce dama también debe haber tenido sus aflicciones y sus pruebas en la vida, pero era más que evidente que ella había llegado a ser feliz por elección propia. Algo que se puede y se debe aprender.
Una de las últimas veces que la vi antes de mudarme de ciudad, iba acompañada por un señor que también hacía ejercicio, quizás un poco mayor de edad que ella, e iban enfrascados en una alegre y animada charla. Esa vez, me quedé esperando mi saludo, porque ni caso nos hizo a nadie. Bueno!! Se comprende porque en esa ocasión estaba ocupada! :D
Un semblante risueño y amable es un plus en este mundo. Hay demasiadas caras largas por allí, como para contribuir con una más.
Para dejar una buena huella en este mundo, no se puede ir por la vida sin un semblante risueño.
Las posibilidades buenas se abren ante la energía, la alegría y la esperanza.
No dejemos de sonreír...!! Caminemos en sentido contrario a la muchedumbre, y alegremos la vida de los demás... nos contesten o no.
A su salud, Madame Saludos!! :)
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